El integrante del equipo académico de la Cátedra de Comercio Exterior Augusto Cobos Pérez publicó en enero de 2019 este artículo en la revista especializada Castilla y León Económica, sobre las diferentes estrategias para captar y mantener instituciones privadas en el territorio. Por su interés y calidad, lo reproducimos íntegro a continuación.
El pasado 18 de noviembre Amazon anunciaba la ciudad elegida como su segunda sede corporativa en Estados Unidos. El proceso de selección se había iniciado casi un año y medio antes, cuando 238 ciudades norteamericanas decidieron concurrir tras el anuncio de la compañía en una carrera similar a la de la designación de una sede olímpica, y que contó con una ronda final para la que fueron seleccionadas 20 de las ciudades candidatas. El resultado final, sin embargo, no supuso ninguna sorpresa y concluyó en un empate entre las dos grandes favoritas, Nueva York y Washington, que compartirán el premio que supone la creación de 50.000 puestos de trabajo y una inversión de 5.000 millones de dólares.
En Europa, el Brexit ha generado más de una lucha entre las capitales europeas por atraer la sede corporativa de aquellas empresas que se veían obligadas a abandonar la City londinense, o de aquéllas que consideraban su permanencia en Gran Bretaña como un obstáculo ante la incertidumbre generada por la ¿salida? del Reino Unido de las instituciones europeas. Casi al mismo tiempo, las tensiones independentistas en Cataluña abrían la puerta a la salida de numerosas empresas que han optado por instalarse en otras regiones españolas.
Sin embargo, en Castilla y León, en vez de escuchar como convertíamos en oportunidades los problemas que se generaban en otros territorios, hemos visto cómo determinadas empresas abandonaban sus plantas de producción en nuestras provincias, aun cuando esas plantas eran rentables, y justo en el momento en el que sus trabajadores creían haber dejado atrás el peligro de la crisis económica. En algunos de esos casos, el sentimiento de injusticia provocado por la decisión de los directivos de esas compañías se ha visto acrecentado por el hecho de que esas empresas llegaron a nuestras provincias alentadas por una serie de subvenciones e incentivos fiscales cuya finalización parece estar detrás de su decisión de deslocalizar la producción.
‘Localización precaria’
Se genera así un fenómeno que podríamos llamar localización precaria, pues las empresas generan una competición entre territorios para ver quién ofrece mejores condiciones fiscales y financieras, prometiendo estabilidad y permanencia en el terreno, y una vez finalizadas las ayudas, inicia de nuevo el proceso mediante la búsqueda de una nueva localización, renunciando a la formación y experiencia adquirida por los trabajadores, sabiendo que los costes derivados de su decisión serán asumidos por alguna administración pública dispuesta a atraer nuevas empresas.
A partir de esa realidad, se nos plantean dos interrogantes: ¿son eficaces las políticas de subvenciones e incentivos fiscales de carácter temporal para captar nuevas empresas? ¿O existen otras fórmulas que garanticen no sólo atraer la inversión empresarial, sino también retenerla, favoreciendo así un crecimiento económico más estable y seguro? Para responder la primera pregunta, volvamos al caso de Amazon. Tras el anuncio de la compañía sobre la sede elegida, han surgido numerosas voces críticas que consideran que la decisión estaba tomada desde el momento en que se inició el proceso hace más de un año y que la única finalidad de éste era provocar que las autoridades municipales entraran en una carrera por ofrecer beneficios fiscales para la compañía. De hecho, algunas estimaciones apuntan que el ahorro fiscal obtenido por el gigante de la distribución será de más de 2.200 millones de dólares en los próximos diez años.
El caso de Vestas
De forma más próxima a nosotros, el caso de la compañía danesa Vestas refleja la utilización que algunas grandes corporaciones hacen de las ayudas públicas. Tras recibir más de doce millones de euros de ayudas públicas, la compañía anunció el pasado verano su intención de cerrar la planta de producción en Villadangos del Páramo (León), a pesar de ser una de las plantas más avanzadas de todo el grupo, para trasladar la producción de dicha factoría a China (con el agravante de que habían sido los trabajadores leoneses los encargados de impartir la formación a los trabajadores de la nueva planta en China). El anuncio se producía escasos meses después de que finalizaran los compromisos de creación de empleo adquiridos por la empresa con las autoridades de las administraciones que habían concedido esas millonarias subvenciones.
Por todo ello, parece necesaria una reflexión sobre la conveniencia de este tipo de medidas a corto plazo y la necesidad de desarrollar políticas que favorezcan no sólo la captación de inversiones, sino que incorporen mecanismos o ayuden a retener a las empresas en nuestras ciudades, garantizando un crecimiento económico estable y la consolidación del empleo generado por esas empresas.
Y es que junto con los factores tradicionales que se vinculan a la decisión de la localización empresarial, como el acceso a las materias primas, la existencia de mano de obra cualificada, o una buena dotación en infraestructuras de transporte y comunicaciones, la creciente competencia entre ciudades nos obliga a prestar atención a cuatro aspectos diferentes si queremos tener éxito: la estructura de población, el conocimiento de los factores diferenciales, la imagen de marca de la ciudad y el papel de las administraciones municipales.
Ciudades atractivas
Podemos comprobar cómo las empresas tienden a localizarse en ciudades con una población activa joven, donde predomina una gran base de población entre 20 y 40 años. Esas ciudades suelen presentar una atractiva vida cultural y una amplia oferta de ocio, la existencia de barrios artísticos y un conjunto de centros educativos atractivo, capaz de satisfacer las exigencias de unos padres que consideran prioritario el acceso a un modelo educativo de calidad para sus hijos. Las empresas están dispuestas a trasladarse allí donde sus potenciales trabajadores quieren vivir. Debemos pues diseñar ciudades atractivas para el perfil de trabajadores que necesitan las empresas que queremos captar.
El ejemplo de nuestra región es paradigmático de la importancia de la estructura poblacional para atraer empresas innovadoras. Gozamos de un sistema educativo de primer nivel, como acreditan, año tras año, los resultados del informe PISA, y de un mapa universitario que permite que, salvo contadas excepciones, nuestros jóvenes puedan estudiar la carrera que desean dentro de nuestra región. Sin embargo, la lacra de la despoblación y el envejecimiento de nuestras ciudades provocan que la inversión en formación no se materialice en crecimiento económico, pues nuestros titulados en unos casos prefieren, y en otros se ven obligados, a salir fuera de nuestra región para desarrollar una carrera profesional atractiva, haciendo que nuestras ciudades tengan cada vez un menor atractivo para las generaciones menores de 40 años. El mencionado informe analiza como atractivo para las generaciones menores casos de éxito ciudades que, lejos de ser de 40 años. Pero además de generar urbes atractivas para los jóvenes profesionales, no podemos olvidar que estamos compitiendo con otras ciudades, por lo que debemos generar una imagen de marca-ciudad atractiva y fácilmente reconocible.
No se trata de crear grandes infraestructuras, y cometer los mismos errores que muchas ciudades han cometido antes en el ámbito cultural, intentando seguir la estela de Bilbao, que sí supo rentabilizar la instalación del Museo Guggenheim para cambiar su imagen a nivel mundial y mejorar su posicionamiento.
En el ámbito económico, la transparencia es un elemento necesario para generar esa marca atractiva, por lo que el primer paso es informar con datos concretos y precisos de aquellos aspectos que suponen un atractivo para las empresas (crecimiento económico, niveles de renta, datos sobre el stock inmobiliario). Pero eso no es suficiente para generar imagen. Es necesario crear un relato, una historia que pueda ser narrada, con un argumento claro y sencillo, siguiendo los principios del story-telling, de forma que ayude a posicionar a nuestras ciudades como un lugar atractivo y con proyección internacional, favoreciendo su conocimiento y recuerdo para los potenciales inversores.
Diseñar una estrategia con las ventajas competitivas
Para crear de forma convincente ese relato es fundamental el conocimiento de aquellas características que hacen competitivas a nuestras ciudades en el entorno en el que queramos competir, ya sea nacional o internacional. Una vez señaladas esas ventajas, es necesario el diseño de una estrategia, tal y como señala el informe del Banco Mundial Competitive Cities for jobs and growth: what, who and how, en el que se afirma que todas las ciudades consideradas como actores globales cuentan con una clara estrategia para explotar sus ventajas competitivas, al mismo tiempo que prestan una gran atención a la forma que convierten esa estrategia en acciones concretas para implementarla.
El mencionado informe analiza como casos de éxito ciudades que, lejos de ser las capitales de sus respectivos países o ciudades superpobladas, se han convertido en focos de atracción empresarial e innovación a nivel internacional, mencionando entre las mismas a Bucaramanga en Colombia con apenas medio millón de habitantes o Gaziantep en Turquía, sexta ciudad del país con una población de 120.000 habitantes, principal centro mundial de producción de maquinaria para la realización de alfombras.
Liderazgo de las administraciones
Por último, la formulación e implementación de esa estrategia debe ser liderada por las administraciones municipales. Sin llegar a los personalismos del consultor israelí y experto en la planificación de estrategias de ciudades inteligentes Uri Ben-Ari, quien llegó a afirmar que «todo programa de ciudad inteligente que se ha desarrollado en el mundo ha comenzado de la mano de un alcalde visionario”, es necesario destacar el papel que juegan las administraciones públicas, no solo locales sino también regionales, en el éxito de este tipo de propuestas.
No podemos olvidar que este tipo de medidas están orientadas al medio y largo plazo, lo que lleva a los políticos a preferir las medidas de incentivo fiscal, cuyos resultados son inmediatos ya que permiten atraer empresas, aunque no retenerlas, considerando que esa cuestión será el problema de quien le suceda en el cargo.
Si de verdad queremos que las ciudades de nuestra región se conviertan en focos de atracción de inversión e innovación empresarial, capaces de retener a medio y largo plazo esas empresas, debemos priorizar las políticas estructurales frente a las medidas coyunturales. Tenemos grandes ventajas que ofrecer, y en especial una calidad de vida más alta que otros destinos, pero si queremos ser competitivos a nivel internacional, debemos resolver el problema del envejecimiento de nuestra población. Sin una población joven y capacitada no seremos atractivos para las empresas, y sin empresas, no podremos retener a nuestros jóvenes excelentemente formados.
Artículo elaborado con la colaboración del Colegio de Economistas de Valladolid, publicado en la revista Castilla y León Económica, (nº 272) Enero 2019